El cambio climático es una realidad que nos está afectando hoy más que nunca. De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, se prevé que durante los próximos años la temperatura media del planeta sea entre 1,1°C y 1,9°C, lo que conlleva al desencadenamiento de fenómenos meteorológicos extremos y mucho más graves.
El financiamiento climático ha surgido como una medida para la mitigación y la adaptación al cambio climático a través del financiamiento local, nacional o transnacional. Dicho financiamiento proviene de fuentes públicas, privadas y alternativas. Cabe señalar que existen tres categorías para el financiamiento climático que permiten la movilización y canalización de los fondos, que son:
Inversiones en mitigación: que incluyen la financiación de proyectos relacionados con fuentes de energía renovables.
Inversiones en adaptación: como el apoyo a mejoras de infraestructura que puedan resistir eventos climáticos extremos.
Inversiones de doble beneficio: como iniciativas de agricultura sostenible que contribuyen a la retención de carbono y al mismo tiempo mejoran la seguridad alimentaria
Pero, ¿cómo podemos saber la eficacia de estas medidas? a través de flujos de financiamiento que abarca desde la asignación y la distribución de los recursos, la forma en que los países otorgan y reciben dichos financiamientos y, también, la cantidad de fondos asignados a los proyectos de adaptación y de mitigación, así como la forma en que son otorgados, es decir, subvenciones, préstamos, etc.
Sin embargo, también es necesario contar con datos sólidos que aseguren la transparencia y el cumplimiento de las normas. Es por eso que las Normas ISO juegan un papel importante para gestionar la financiación climática.
A través de las Normas ISO 14097:2021, ISO 14100:2022, ISO 14001:2015 e ISO 32210:2022.
“Los inversores pueden garantizar que sus fondos se dirijan a proyectos que realmente contribuyan a la mitigación o adaptación al cambio climático.” -ISO, 2024, Climate finance: The key to a sustainable future.
Es por eso que los países deben establecer un nuevo objetivo que ayude a abordar la crisis climática.
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